jueves, 24 de marzo de 2011

24 de Marzo: Día de la Memoria, la Verdad y la Justicia.

Posteado el jueves, marzo 24, 2011 0 Comentarios

“…hay algo peor que los sucesos traumáticos de una historia, y eso es ignorar precisamente el sentido, el por qué y el para qué…”
Terán, Oscar.
La década de los ‘70 no fue una década más para tod@s los latinoamericanos, ni mucho menos para nosotr@s, l@s argentin@s; sino que se trata de una década que no solo fue, sino que es y será una parte de la historia que estará presente en la memoria de todas y todos los que la vivieron y de quienes la heredamos.
La caída del gobierno de Goulart en Brasil (1964), la de Salvador Allende en Chile (1973), el último golpe militar en Argentina (1976), al igual que otros golpes en toda América Latina, no fueron hechos aislados sino que estaban interrelacionados entre sí y comandados por una misma lógica pensada desde el pentágono: la del “Plan Cóndor”; coordinación que se tradujo en el seguimiento, vigilancia, detención, interrogatorios con torturas, desaparición y muerte de personas consideradas por los regímenes dictatoriales como subversivas o contrarias a su pensamiento político o ideológico.

Todas estas dictaduras militares tenían un fin en común, el de transformar económica y políticamente las sociedades en las que se produjeron.
Este 24 de Marzo, como hace varios años atrás, los argentinos volvemos a poner la mirada en 35 años atrás, en ese 24 de marzo de 1976 en el que la Junta de Comandantes de las Fuerzas Armadas inició el denominado Proceso de Reorganización Nacional el cual, asociado a la economía neoliberal, se encontraba destinado a efectuar una profunda reconstrucción, una regeneración social y política.
“El Proceso” pretendía consagrar la restauración de las jerarquías, la preeminencia del principio de la autoridad y el repertorio de valores conservadores. La dictadura se constituía con el objetivo de instalar un corte fundacional para borrar y aniquilar el pasado.
El régimen encontraba su justificación y legitimación en el fantasma del caos y en el despedazamiento del cuerpo social. Quiénes lo conducían creían llevar a cabo una causa que iba más allá de lo humanamente entendido, identificándola como una cruzada universal por la defensa y la fe patriótica.
Durante esos años se efectuó un reforzamiento autoritario de todas las jerarquías establecidas: dentro de la familia, la escuela, el taller, la fábrica, la oficina. Sólo permaneció la voz del estado dirigiéndose a un conjunto atomizado de habitantes.
Los Grupos de Tareas integrados por personal militar y policial secuestraban a las víctimas con total impunidad. Éstas eran trasladadas a alguno de los 340 centros de detención clandestinos donde eran torturadas con el fin de obtener de manera rápida información que permitiera nuevas detenciones. Allí, permanecían aisladas y encapuchadas hasta que un alto jefe decidiera su “traslado”.
Los detenidos se convertían entonces en “desaparecidos”, la indefinición de este status hacía posible evadir las responsabilidades sobre sus muertes.
Las detenidas, en muchos casos, antes de ser asesinadas dieron a luz durante el cautiverio, lo que facilitó el secuestro y la sustracción de identidad de unos 500 bebés.
En esos años existieron algunos reductos de ineficiencia en cuanto a la censura, fallas que abrían espacios por donde la resistencia iría canalizando sus críticas y demandas. Una palanca fundamental fueron los reclamos sobre los derechos humanos, respectivamente las denuncias de torturas, asesinatos y desaparición de personas.
El régimen comenzaba así a desgastarse y se esfumaba la sensación de que pudiera ser eterno o invencible.
Las fracturas dentro de las fuerzas armadas y el fracaso de la empresa de la Guerra de Malvinas que intentó funcionar como un factor cohesivo de la sociedad, minaron el apoyo al régimen que entró en crisis. En el año 1983 se produce la reapertura del sistema democrático y se abre una nueva etapa con las denuncias a las violaciones de los Derechos Humanos y el Juicio a las Juntas.

Hoy, 35 años después, en medio de un proceso de reconstrucción del Estado y de la Democracia, contamos con una bagaje de documentos, textos literarios, artísticos, históricos, culturales, etc. que dan cuenta de lo que sucedió poco más de cuarto de siglo atrás: la declaración de la Comisión Nacional de Desaparición de Personas acerca de los 9089 casos de personas desaparecidas; la afirmación de los organismos de derechos humanos sobre la existencia de más de 30000 desaparecidos durante el Golpe de Estado de 1976-1983; miles de madres y abuelas que buscan a sus hijos y nietos; y miles de jóvenes que buscan su identidad; canciones y poemas de grandes autores que reflejan en sus letras lo vivido; ex centros de detención que se convirtieron en museos de la memoria…
Hoy, 35 años después, seguimos sosteniendo que nuestro país debe reconstruirse reafirmando la Democracia y el Estado de Derecho. Convencidos de que la construcción de una sociedad igualitaria y libre no será obra de un iluminado ni de un selecto grupo, invitamos a todos los estudiantes a retomar este desafío histórico de la juventud: el compromiso inalienable por la realidad que nos rodea, para repensarla, comprenderla y transformarla.

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